Esta mañana se perfeccionará la luna nueva en Escorpio, un signo de muerte y renacimiento que nos invita a la transmutación; un signo que nos ayuda a definir la verdad que queremos vivir, porque la oscuridad nos da una visión más amplia de quiénes somos y qué queremos en este mundo.
El Sol y la Luna se encuentran en este signo y están en conjunción con Marte, además de los asteroides Ceres y Melusina. Marte es el regente tradicional de Escorpio, y cuando se une con el Sol marca el comienzo de un nuevo ciclo en su ciclicidad (cada planeta tiene una), como si se tratara de una luna nueva.
Así que es un momento de nuevos comienzos en muchos frentes, también porque es la primera luna nueva en Escorpio sin eclipse en dos años.
Marte es un planeta que nos habla de energía masculina, acción, ira, guerra, y de alguna manera con este nuevo comienzo es como si tuviéramos la oportunidad de resetear y renovar esta energía.
En oposición a los luminares y a Marte encontramos a Urano en Tauro: Urano es el gran revolucionario del zodíaco; es el primero de los planetas transaturninos, que en astrología humanística se consideran trascendentes, es decir, estrechamente ligados a la evolución individual y colectiva. Probablemente algo nos desestabilizará, pero para ayudarnos a romper viejos patrones energéticos y de comportamiento, a reconocer los viejos patrones que no honran nuestros sentimientos o los apartan. Pero puede ser un momento intenso, porque para Escorpio es “todo o nada”, y Urano dice “O haces tú el trabajo, o lo hago yo”; pero si lo hace, preparémonos para una buena sacudida.
El eje Tauro-Escorpio nos habla del ciclo vida-muerte-renacimiento, dándonos la posibilidad de dejar morir aquellas partes de nosotros que ya no nos corresponden y dar paso a otras para que se expandan y se muestren: la vida es muerte y la muerte sólo nos conduce a la vida; si queremos vivir sin morir, moriremos sin vivir. Como nos recuerda el mito de Eros y Tánatos, el primero representa la pulsión de vida y construcción, y el segundo la pulsión de muerte y destrucción.
Pero este eje también nos habla del dolor (Escorpio) y del placer (Tauro), dos caras de la misma moneda, que nos recuerdan cómo las polaridades opuestas son siempre complementarias. El placer y el dolor pueden parecer dos polos opuestos, sobre todo porque tendemos a acercarnos al placer y a alejarnos del dolor. Sin embargo, las áreas cerebrales relacionadas con el placer y las relacionadas con el dolor se corresponden en parte y están interconectadas.
Esta luna nos recuerda que la seguridad proviene de la capacidad de transformación continua: quien consigue dejar morir lo que ya no necesita, entra en algo nuevo; quien logra enfrentarse a sus sombras, brilla con luz propia.
Escorpio hace consciente lo inconsciente, así que dejemos que esta luna nos revele verdades enterradas, cavemos hondo para descubrir lo que hay bajo la superficie y comprender una capa más profunda de nosotros mismos.
Feliz luna nueva, Francesca Zangrandi