En la madrugada la Luna alcanzará su máxima expansión en Piscis, el último signo del zodíaco, el que cierra un ciclo y reabre otro o, mejor dicho, sienta las bases y los requisitos previos para ello. Para recordarnos que marca el paso de una fase a otra, el cierre de un ciclo y la reapertura de otro, está también la representación gráfica del signo de Piscis, que está formado por dos peces que se mueven en direcciones opuestas, lo que podría representar el pasado y el futuro, como si quisiera purificar los acontecimientos que hemos vivido en los últimos meses y, al mismo tiempo, llevarnos a sentirnos preparados para transformar algo o acoger algo nuevo.
Como último signo del zodíaco, Piscis nos enseña a entregarnos a lo desconocido, a fundirnos con algo más grande que nosotros, con lo divino. El agua revela en nosotros todo el mundo de los sentimientos y nos pide que tengamos fe: la palabra “fe” deriva del griego “pìstis” y se refiere al que confía, al que se fía, por lo que el lema podría ser “Lánzate y la red aparecerá”, es decir, nos invita a dar el salto que deseamos, confiando en que seremos apoyados. De hecho, el signo de Piscis es el más espiritual del zodíaco y su energía nos recuerda que somos seres espirituales con forma humana. Al trabajar con la energía de Piscis, tenemos la oportunidad de ir más allá de los aspectos superficiales de la vida y abrirnos a algo mucho más sustancial, comprendiendo que todo lo que sucede está realmente destinado a suceder.
Como cada luna llena, el Sol y la Luna estarán en oposición, dándonos la oportunidad de trabajar las polaridades e integrar los opuestos: el Sol estará en el signo de Virgo y la Luna en el signo de Piscis, por lo que esta luna llena nos habla de la importancia de aprender a integrar razón y sentimiento, realidad y sueños, materia y espíritu, consciente e inconsciente. El signo de Piscis nos insta a abrirnos a la imaginación, a los sueños, al caos, mientras que Virgo necesita ver cómo funcionan las cosas, busca el orden, y si las cosas no responden a un orden determinado se paraliza. Pero la Luna en Piscis nos recuerda que no necesitamos forzar las cosas, no necesitamos controlar ni perfeccionar nada. Cuanto más soltemos los apegos y las expectativas, más alineados nos sentiremos con nuestra vida. Simplemente tenemos que soltar las barreras de nuestro interior que nos impiden recibir lo que necesitamos.
Esta luna llena va acompañada de un eclipse lunar parcial. El tiempo de los eclipses es un espacio de gran movimiento y profundo poder, donde se crean cambios visibles, donde se manifiesta lo que requiere cambio, movimiento y acción concreta. En cierto modo, es como si nos encontráramos abandonados a nosotros mismos, sin luz exterior, por lo que debemos confiar en nuestra propia luz, en nuestros propios recursos internos para avanzar; por eso los eclipses nos permiten dar un salto evolutivo. Es el primer eclipse en el eje Virgo-Piscis, pero está fuera de signo (los nodos lunares todavía están en el eje Aries-Libra) y bastante lejos del eje nodal, lo que lo hace un poco más débil en términos de limpieza kármica clásica. Sin embargo, podemos ver este eclipse como un adelanto de lo que ocurrirá en 2025, cuando sí los nodos lunares cambiarán de signo desplazándose al eje Virgo-Piscis, y cuando Neptuno residirá en el Nodo Norte y terminará su estancia en el signo de Piscis.
La Luna estará en conjunción con Neptuno, el romántico, el que nos infunde la esperanza de una vida mejor, el soñador que nos lleva a desear que suceda algo que nos saque del sufrimiento, aliviando las heridas de la desilusión y ayudando a sanar el corazón. Pero con Neptuno puede entrar en juego su famoso escapismo, como el alcohol, las drogas, la ensoñación, la comida, el trabajo o cualquier otra cosa que ayude a escapar del sufrimiento subyacente. Así que, afortunadamente, no muy lejos de la Luna también tenemos a Saturno, el planeta de la responsabilidad y la madurez, de la estructura y la realidad, que nos hace darnos cuenta de que intentamos escapar de todo lo que sentimos, de todo lo que nos incomoda, enseñándonos a tener mejores límites.
Feliz luna llena, Francesca Zangrandi
