Mañana por la noche la Luna alcanzará su máxima expansión en el signo de Tauro: por un lado estará el Sol en Escorpio, y por el otro la Luna en Tauro.
Escorpio y Tauro se preocupan por establecer y preservar su valor intrínseco: Tauro actúa sobre lo material, mientras que Escorpio busca cultivar los niveles emocional y espiritual, destruyendo los límites físicos. Ambos quieren ayudarnos a centrar nuestra energía: Escorpio lo hace animándonos a enfrentarnos a todas nuestras sombras, a nuestros demonios, porque sólo así encontraremos la paz; Tauro, en cambio, quiere que la encontremos mirando fuera de nosotros mismos y viendo nuestro reflejo en la naturaleza, porque atravesamos los mismos ciclos que las estaciones y toda la naturaleza.
En este plenilunio, la Luna está en conjunción con Urano, el planeta de la revolución que nos empuja a hacer las cosas de formas nuevas y a enfrentarnos a las verdades. De hecho, durante miles de años se pensó que Saturno era el último planeta del sistema solar, pero en 1781 William Herschel descubrió Urano, de forma casual e inesperada; y este descubrimiento coincidió con un periodo histórico de gran renovación social, económica y política, entre dos grandes revoluciones, la americana y la francesa. Así que esto ya nos dice que es el planeta de los cambios radicales, de lo inesperado, de la ruptura de los esquemas y estructuras existentes para permitir la entrada de lo nuevo.
Y mientras los demás planetas giran sobre un eje horizontal en torno a un eje vertical, Urano tiene un ecuador más o menos vertical que gira sobre un eje horizontal, lo que nos hace darnos cuenta de que quiere romper las reglas del juego, mostrándonos que siempre hay otro punto de vista, pidiéndonos que abandonemos nuestras certezas y redescubramos nuestro ser. Y su símbolo recuerda a una antena apuntando hacia el cielo, sintonizando lo que aún no existe, dispuesta a captar lo nuevo.
Como suelo decir, trabajar ampliamente con la ciclicidad lunar nos ayuda a situar cada cosa, cada acontecimiento, cada situación, cada emoción en su lugar adecuado, dándole sentido y propósito.
En el ciclo medio, esta Luna llena está conectada con la luna nueva de mayo pasado, en la que los luminares estaban en conjunción con Urano y Júpiter.
En aquella ocasión escribí:
Tauro es el primer signo que nos conecta con la forma y nos devuelve al contacto con el cuerpo, los sentidos, el placer, el disfrute de la vida, al contacto con la Madre Tierra, la materia, la abundancia, la prosperidad, la manifestación, el valor que damos a las cosas, pero sobre todo a nosotros mismos. Tauro es el símbolo de la tierra, de la fertilidad. La estabilidad es la característica del elemento Tierra y Tauro la manifiesta de forma inequívoca. La energía es la del crecimiento lento y progresivo, la del alimento generoso y abundante: tras el ímpetu vital de Aries, el retoño recién brotado comienza a crecer y necesita tiempo, calma y tranquilidad; necesita estabilidad y seguridad para echar raíces.
Pero en realidad, en esta zona del zodiaco se están produciendo muchos cambios desde hace bastante tiempo, por lo que es un territorio en el que apenas percibimos esta estabilidad. Desde noviembre de 2021 hasta octubre de 2023 tuvimos una serie de eclipses en el propio signo de Tauro. De enero de 2022 a julio de 2023 el Nodo Norte transitó por este mismo signo. Y desde 2018 Urano también está en este signo, y sabemos que Urano es el planeta de las revoluciones, de los cambios radicales, de lo inesperado, de romper los esquemas y estructuras existentes para permitir la entrada de lo nuevo.
Así que Tauro busca la estabilidad, pero desde hace algún tiempo ésta es una zona del zodíaco donde se ha producido y se está produciendo una gran revolución. En esta luna nueva Urano está en conjunción con los luminares, pero en el último año todas las lunas nuevas han estado bajo el hechizo de Urano, lo que nos ha impulsado a mirarnos en el espejo y examinar nuestros patrones y programas. Urano es el planeta del descondicionamiento, la rebelión y la liberación del pasado; está conectado con el futuro y nos inspira a luchar por la innovación y el progreso.
Así que te invito a que prestes atención a lo que ha sucedido durante este tiempo.
¿Qué sembraste en la luna nueva de mayo pasado?
¿Qué cambio anhelabas en tu vida?
¿Dónde estás con relación a las intenciones que sembraste?
¿Has transformado todo lo que deseabas?
Si no es así, podría ser que esta Luna llena en conjunción con Urano sea un cambio de juego.
Y si te resistes a cualquier cambio, puede que tengas los días contados, porque Plutón está a punto de cambiar de signo.
(Pero también existe una ciclicidad lunar aún más amplia, por lo que esta luna llena está conectada con otros momentos: si quieres trabajar conmigo y descubrir las fechas conectadas con la ciclicidad más amplia de la Luna, para que puedas ver y comprender la red que se teje en tu vida, ¡escríbeme!).
El regente de esta Luna Llena es Venus, que el lunes pasado entró en Capricornio, un signo que se prepara para saludar a Plutón por última vez (pasarán muchos años antes de que Plutón regrese a este signo, y ninguno de nosotros volverá a experimentar esta energía en esta vida). Y es curioso que, en 2008, cuando Plutón entró por primera vez en Capricornio (en nuestras vidas), Venus estaba justo al principio del signo, dándole la bienvenida.
En los últimos años Venus ha hecho varias retrogradaciones en este signo, encontrándose varios meses junto a Plutón, y ahora parece que su entrada en Capricornio ocurre precisamente para permitirle despedirse de él. Pues estamos a pocos días del paso de Plutón al signo de Acuario, donde permanecerá unos veinte años.
Feliz luna llena, Francesca Zangrandi