De donde yo vengo, hoy celebramos la Befana, representada por una anciana que vuela en escoba como una bruja, baja por la chimenea de noche y deja regalos, caramelos y a veces carbón en los calcetines o zapatos de los niños. Su nombre viene del latín Epiphania, que se convierte en Pifania, luego en Bifania, Befania y finalmente en Befana.
Durante los años que viví en El Hierro, sin embargo, aprendí a amar a los Reyes Magos que, guiados por una estrella, fueron al encuentro del Rey que había nacido, o sea de la Luz nacida en el solsticio.
Sea como sea que celebremos este día, el término «Epifanía» procede de la palabra griega «epiphàneia», que significa literalmente «manifestación de la divinidad», y hoy concluye el ciclo de los 12 días de Navidad, ejemplificando la recuperación completa de las 12 energías primordiales (representadas por las fuerzas zodiacales) y su alineación en la Identidad Crística.
Los primeros vestigios de una fiesta equivalente a la Epifanía o la Adoración de los Reyes Magos se encuentran en el Egipto faraónico, para el que la fecha del 11 de Tybi (tꜣ-ꜥꜣbt, literalmente «ofrenda»), es decir, el 6 de enero, era el día de la “manifestación del nuevo sol”. Si hemos comprendido el verdadero significado de la Navidad, como la constatación de que también somos divinos, podremos encontrar la determinación para manifestar finalmente esta naturaleza nuestra en la vida cotidiana.
Justo hoy, Marte retrógrado pasa al signo de Cáncer, donde permanecerá hasta abril. Cuando Marte transita en Cáncer, canaliza su energía ardiente y activa a través de la lente de la profundidad emocional y la sensibilidad, creando una influencia única, poderosa y compleja en el colectivo. Marte en Cáncer no es abiertamente agresivo, sino más bien protector, casi defensivo. Aunque Marte suele querer salir adelante, la energía nutritiva de Cáncer dirige su atención a la protección de los seres queridos, los vínculos afectivos y el carácter sagrado del hogar. Este tránsito tiende a revelar tanto el lado tierno como el tenaz de nosotros, despertando sentimientos enterrados y motivándonos a defender lo que más nos importa. Puede que nos sintamos motivados para protegernos a nosotros mismos y a nuestro círculo íntimo, pero el enfoque es cauteloso, confiando en la intuición emocional y en una resistencia tranquila. Este puede ser un momento en el que la ira reprimida o el resentimiento salgan a la superficie, provocando rupturas emocionales, pero también interacciones desafiantes. Las dinámicas familiares no resueltas o las heridas personales pueden emerger durante este tránsito, ofreciéndonos la oportunidad de transformar el dolor en compasión.
Y Marte es el regente del primer cuarto lunar en Aries que se perfeccionará esta misma noche, casi una hora después de medianoche.
Por un lado, la Luna en Aries y por otro el Sol en Capricornio: Aries es el signo del comienzo, el que inicia las cosas y las origina (por eso se le compara con el nacimiento); pero Capricornio representa la fase de la semilla que enterrada en la tierra se prepara para nacer, que encuentra la fuerza para resistir a pesar del frío y la rigidez. La Luna está en conjunción con Quirón, mientras que el Sol está en conjunción con el asteroide Pallas.
Según la astrología bíblica, en Aries nos reconocemos auténticamente como humanos divinos: los cuernos resumen la idea del nacimiento del mundo, el comienzo de su manifestación externa e independiente, el significado de la ofrenda de la propia alma; el valor y la combatividad de Aries son necesarios para afrontar las luchas por afirmar la propia presencia y misión en el mundo. De ahí que este signo esté impregnado del impulso hacia la automanifestación, hacia el descubrimiento y la realización de las cualidades individuales e irrepetibles de cada uno.
Capricornio, por su parte, es el signo de la máxima aspiración a la plenitud, y a través de este signo debemos transformar el conocimiento en sabiduría: la sabiduría consiste en ser capaz de escalar la montaña no a costa de la propia vitalidad, el buen humor, el amor y la sensibilidad por los demás, sino rejuveneciéndose uno mismo. Un ejemplo del proceso de rejuvenecimiento y renovación de energía que debemos llevar a cabo en el signo de Capricornio nos viene de la propia naturaleza: la entrada del Sol en el signo de Capricornio marca el solsticio de invierno, el momento en el que la luz y el calor están en su punto más bajo, pero también el momento en el que el Sol comienza a rejuvenecer, alargando de nuevo los días y apoderándose poco a poco de la oscuridad.
Así que arremanguémonos y asumamos el poder de nuestras vidas, Francesca Zangrandi