Esta noche, aproximadamente media hora antes de medianoche, se perfeccionará la primera Luna llena del año.
La Luna alcanzará su máxima expansión en Cáncer, el signo que rige la propia Luna. Cáncer es el primer signo de Agua del zodíaco: nos aparta de la actividad mental propia de Géminis para sumergirnos en nuestras emociones más primitivas, aumentar nuestra sensibilidad y ponernos en contacto con nuestra alma, recordándonos que nuestro hogar está donde está nuestro corazón.
La Luna está en conjunción con Marte retrógrado, y en oposición está el Sol en Capricornio, en conjunción con los asteroides Palas, Perséfone y Melusina, así como con Plutón en Acuario.
Sabemos que en cada Luna Llena tenemos la oportunidad de trabajar energías opuestas y complementarias, y en esta ocasión tendremos la oportunidad de trabajar la polaridad Cáncer-Capricornio. El eje Cáncer-Capricornio nos hace tocar nuestra relación con mamá y papá, nuestro nacimiento y renacimiento, nuestros recuerdos y todo lo que tiene que ver con la intimidad: el signo de Cáncer representa a la madre, las emociones, la infancia, mientras que Capricornio representa al padre, la estructura, el propósito.
Así que esta Luna nos invitará a trabajar en nuestro renacimiento como individuos, empujándonos a realinearnos con nuestro contrato del alma y pidiéndonos que encontremos raíces dentro de nosotros mismos para construir allí los cimientos de nuestro futuro.
Y los dos luminares están en cuadratura con Quirón en Aries y Lilith en Libra. Quirón es el sanador herido, el que representa nuestras heridas (físicas, emocionales, mentales y espirituales) y al mismo tiempo nuestra curación, el que es capaz de sanar nuestras heridas interiores y redescubrir nuestros talentos innatos; y al estar en el signo de Aries, nos da la oportunidad de sanar el YO SOY y las heridas relacionadas con este tema. Lilith representa nuestros sentimientos más profundos, nuestra naturaleza más arcaica, salvaje e instintiva, esa parte que durante siglos se nos ha pedido que escondamos y reprimamos, por lo que de alguna manera se nos recuerda que debemos reconocer esta parte, verla y sacarla a la luz; y en el signo de Libra puede ofrecer profundas percepciones sobre las dinámicas interpersonales, pero también puede suponer un reto cuando se intenta mantener la armonía sin comprometer la individualidad.
Por consiguiente, es un buen momento para recordarnos a nosotros mismos lo que es realmente importante para nosotros y lo que realmente nos importa.
¿Cuál es nuestra motivación?
¿Por qué hacemos lo que hacemos?
De las cosas que hacemos, ¿cuál nos hace absolutamente felices?
¿Cuál da sentido a nuestra vida?
La Luna es nuestra parte más íntima y profunda, y se encuentra en Cáncer, signo que nos da la capacidad de volver a la Fuente del alma, hacia lo divino. El Sefer Yetzirah (Libro de la Formación o Libro de la Creación), uno de los textos más importantes del esoterismo judío, dice que la característica vinculada al signo de Cáncer es la vista, es decir, la capacidad de poder ver con claridad incluso a través de las potencias emocionales del alma, por lo que todo nos está invitando a conectar con la pureza de nuestra verdad más profunda, soltando y transformando lo que pensábamos o creíamos que éramos pero que en realidad no nos refleja.
Además, los nodos lunares acaban de cambiar de signo después de unos 18 meses, lo que nos lleva a experimentar un nuevo crecimiento evolutivo. El Nodo Sur ha pasado del signo de Libra al de Virgo, y el Nodo Norte ha pasado del signo de Aries al de Piscis.
El eje de los nodos lunares está relacionado con el alma y su evolución: mientras que el Nodo Sur representa de dónde venimos, es decir, la memoria kármica, lo que conocemos bien y lo que nos pertenece, el Nodo Norte representa hacia dónde vamos, es decir, la dirección que nos permitirá evolucionar gracias a sus retos y enseñanzas.
El eje Libra-Aries nos ha dado la capacidad de sacar nuestro valor al mundo, asumiendo el valor de ser individualistas (lo que no significa egoístas) e independientes, mostrándonos tal y como somos, sin miedo a la confrontación o al conflicto con los demás, y también aprendiendo a poner límites en las relaciones si es necesario, con el fin de equilibrar también esta área de nuestras vidas.
Ahora el eje Virgo-Piscis nos dará la oportunidad de reconocer nuestra humanidad y divinidad, así como la realidad de que todos estamos conectados de maneras que no comprendemos del todo. Con el Nodo Sur en Virgo, se nos pide que nos desprendamos de los detalles del “cómo”, manteniendo el énfasis en la fe y el optimismo del Nodo Norte en Piscis.
Feliz luna llena, Francesca Zangrandi