Ya estamos en la vigésima primera edición de la columna «Lunes de mujeres”, que sale cada primer lunes de mes (al final encontrarás los enlaces para acceder a los artículos anteriores). El mes pasado hablamos del ciclo ovárico, y hoy me gustaría empezar a hablar del ciclo menstrual; ya hemos hablado de él desde un punto de vista energético, pero hoy me gustaría profundizar en él desde un punto de vista fisiológico y biológico.
En primer lugar, me gustaría subrayar que cuando hablamos de ciclo menstrual nos referimos al periodo de tiempo que transcurre entre una menstruación y la siguiente, por lo que es importante acostumbrarse a dejar de decir «tengo el ciclo» o «me vino el ciclo» (expresión italiana), porque siempre somos cíclicas, todo el tiempo, y cuando llega la sangre estamos en la fase menstrual, por lo que podemos decir «tengo la menstruación», «estoy sangrando», «estoy en la fase de flujo menstrual»; o si queremos ser más poéticas, podríamos decir «tengo la luna» o «me vino la luna» (ya hemos hablado de la relación entre la mujer y la luna), o «estoy en mi invierno» o «estoy en mi fase invernal».
Podemos ser creativas, pero también creo que es importante superar los tabúes ligados a la esfera sexual y reapropiarnos del lenguaje correcto y de nuestros cuerpos, conociéndolos en profundidad y honrando su grandeza.
El ciclo menstrual caracteriza toda nuestra vida fértil: comienza con la menarquia, la primera menstruación, y termina con la llegada de la menopausia, por lo que nos acompaña durante buena parte de nuestra vida y es importante ser conscientes de los distintos cambios que provoca en nosotras, no sólo a nivel físico.
Generalmente se dice y se lee que el ciclo menstrual dura unos 28 días, pero en realidad esto es sólo la media, por lo que podríamos decir que la duración puede variar de 21 a 36 días. La propia OMS (Organización Mundial de la Salud) dice que una mujer que menstrúa al menos ocho veces al año es una mujer sana, por lo que no hace falta decir que un ciclo que dura más de 36 días también se considera regular; y de hecho la medicina china subraya claramente que cada mujer tiene su propio ritmo, ¡y es más importante tener un ciclo regular que su duración absoluta!
Por lo tanto, si nuestro ciclo menstrual tiene una duración constante aunque no sea de 28 días, no debemos preocuparnos; si, por el contrario, cada mes la duración cambia, acortándose y alargándose de forma totalmente aleatoria, empezamos a hablar de irregularidad menstrual. Pero cuidado, si tu periodo llega siempre a tiempo y ocurre que un mes la duración de tu ciclo varía, es completamente normal. Hay muchos factores que pueden afectar al equilibrio hormonal, como el estrés, la dieta, los cambios de horario, la falta de sueño, el ejercicio, los cambios climático, etc…
Y luego hay que tener en cuenta que en los primeros años de la menstruación, inmediatamente después de la menarquia, y en los últimos, antes de la menopausia, una cierta irregularidad es totalmente fisiológica.
En el ciclo menstrual, que en la medicina china se denomina «ciclo del agua», podemos distinguir cuatro fases.
FASE MENSTRUAL: EL ORIGEN
Se trata de la fase de sangrado, que en medicina china se denomina tiangui, «agua del cielo» o «agua lunar»; puede durar de 3 a 7 días y el primer día de flujo coincide con el primer día del ciclo menstrual. Durante esta fase, debido al rápido descenso de los niveles de estrógenos y progesterona, el endometrio, la membrana mucosa más interna de la pared uterina, se desprende.
La razón biológica de la menstruación es preparar el cuerpo para albergar un embrión antes de que se produzca la fecundación, y también es un proceso de purificación exclusivo del cuerpo femenino.
Para la medicina china, en esta etapa el útero pasa de la plenitud al vacío, dejando salir la sangre y el revestimiento acumulados durante el ciclo menstrual anterior.
FASE PROLIFERATIVA O PREOVULATORIA: EN EL VIAJE
Los estrógenos aumentan muy rápidamente y los folículos comienzan a crecer bajo la influencia de la hormona FSH (hormona foliculoestimulante), la pared uterina comienza a engrosarse progresivamente al igual que la capa de células epiteliales que recubre la vagina, con el fin de crear un entorno favorable para los espermatozoides. Un folículo, llamado folículo dominante, se selecciona en el ovario y madura gradualmente.
El aumento de los estrógenos no sólo es responsable de que nuestra piel o nuestro cabello sean más bonitos, sino que también tiene un poderoso efecto protector sobre la salud de los huesos, ya que los estrógenos modulan la capacidad del cuerpo para absorber el calcio. Dado que los niveles de esta hormona son máximos en esta etapa, la absorción de calcio es máxima.
Para la medicina china en esta etapa la sangre y el yin están en un vacío relativo; el útero se llena de nuevo de sangre, Jing y yin hasta alcanzar una plenitud de yin.
FASE OVULATORIA: A MITAD DE CAMINO
En el útero, el endometrio alcanza su máximo grosor y en el ovario, el folículo maduro se rompe bajo la influencia de la hormona FSH para liberar el óvulo; los estrógenos alcanzan rápidamente su máximo y luego comienzan a disminuir, mientras que la progesterona aumenta.
Tradicionalmente, la ovulación sólo se ha asociado a la reproducción, pero estudios recientes destacan su papel como indicador de salud, ya que los signos biológicos que nos ayudan a reconocer la ovulación también nos dan una idea de nuestro estado de salud. De hecho, la ovulación irregular (que no se produce todos los meses con el ciclo menstrual) es sinónimo de trastornos hormonales, problemas ginecológicos y enfermedades autoinmunes o incluso genéticas. La ovulación está estrechamente vinculada a dos hormonas, el estradiol y la progesterona, que son poderosos gestores de la salud y el metabolismo, ya que su equilibrio afecta al estado de ánimo, la energía, la libido, la respuesta a la insulina, la función tiroidea, la salud de la piel y el cabello y mucho más. Además, tener y mantener niveles adecuados de estas hormonas cuando somos jóvenes nos protegerá de la osteoporosis, el cáncer y las enfermedades cardiovasculares más adelante.
Y si nos centramos en el aspecto emocional, nos daremos cuenta de que, en general, este aumento de estrógenos tiene el efecto de hacernos sentir mejor emocionalmente, porque el aumento de los niveles de estrógenos estimula la producción de serotonina, la molécula de la felicidad. Así que nos sentimos más extrovertidAs y enérgicas en esta fase.
Según la medicina china, el yin está en su punto álgido durante esta fase y esta plenitud induce una transformación con la aparición del yang, que se manifiesta por un aumento de la temperatura basal y la emisión vaginal de flujo transparente.
FASE SECRETORA O POST-MENSTRUAL: CERRANDO EL CÍRCULO
En el útero, el epitelio endometrial se mantiene en su mayor grosor, mientras que en la vagina el epitelio se adelgaza; en el ovario, el folículo vaciado se transforma en una glándula temporal llamada cuerpo lúteo, que segrega ciertas hormonas, entre ellas grandes cantidades de progesterona, y en respuesta, el endometrio pasa de ser proliferativo a ser secretor, haciendo que la cavidad uterina sea más acogedora para la posible implantación del embrión. Si el óvulo es fecundado, pasa a través de las trompas de Falopio y, al cabo de unos días, se implanta en la cavidad uterina y anida, continuando con el embarazo. En caso contrario, los niveles de progesterona disminuyen rápidamente debido al agotamiento funcional del cuerpo lúteo, lo que provoca la ruptura de la mucosa uterina y la posterior menstruación.
La progesterona aumenta el deseo de llevar la atención hacia el interior, porque una vez sintetizada en el ovario actúa sobre el sistema nervioso, aumentando la actividad que se desarrolla en el hemisferio derecho del cerebro (la parte asociada a la conciencia intuitiva). Durante esta fase somos capaces de ver, oler, soñar y sentir cosas que no percibimos durante el resto del mes, porque la progesterona nos proporciona una gran sensibilidad y un acceso directo a nuestra intuición y a nuestro mundo inconsciente.
Según la medicina china, en esta fase el predominio del yang mantiene el calor del útero y, si no ha habido fecundación, los últimos días pertenecen al qi, que se activa para expulsar la sangre «vieja» contenida en el útero.
«El ciclo menstrual es una parte de la sexualidad femenina silenciada e invisibilizada. Nuestra cultura occidental no sólo no nos da las herramientas para entenderlo y aprender a vivir con él, sino que lo niega; simplemente no existe, y el ciclo queda reducido a la molesta y, ojalá, evitable menstruación. – Anna Salvia Ribera».
Creo que es fundamental tomar conciencia de nuestro ciclo menstrual, reconocer las diferentes fases, descubrir nuestra propia ciclicidad, porque al fin y al cabo nos acompaña durante la mayor parte de nuestra vida, y es un proceso alquímico que nos permite transformarnos continuamente y conectar con nuestra sabiduría interior y la de la naturaleza. Tomar conciencia de cómo cambia y reacciona el cuerpo en cada fase del ciclo nos permite comprender la ciclicidad no sólo físicamente, sino también emocional, mental, energética y espiritualmente.
Ahava, Francesca Zangrandi
PD. La próxima cita de esta columna será el primer lunes de octubre, pero, mientras tanto, si deseas mantenerte actualizada sobre los diversos artículos que publico en el blog, puedes suscribirte al boletín en la página web www.quintadimensione.net, poner “Me gusta” en la página Facebook Quinta Dimensione – Francesca Zangrandi, seguirme en mi Instagram https://www.instagram.com/francesca_quintadimensione/ o puedes suscribirte al canal de YouTube Francesca Quinta Dimensione. Y si crees que este artículo pueda interesar a alguien que conoces, puedes compartirlo. Muchas gracias!
Ediciones anteriores de la columna “Lunes de mujeres”:
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VAGINA, LA PUERTA DE LA VIDA
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