Hoy, 29 de diciembre, la dedicación se hace a Cáncer, un signo lleno de vitalidad, alegre, emocional, con el deseo de traer vida al mundo.
La propagación del polen por parte de Géminis da paso a la transformación de la flor en fruto, y los frutos para crecer necesitan protección y nutrición, características de la Madre. De hecho, Cáncer mantiene para la Tierra el modelo cósmico de exaltación del principio femenino divino en toda la creación; es el hogar de la gloriosa Madre del Mundo, de la Gran Madre, reconocida y venerada en todas las religiones del mundo.
Aries tiene que ver con la vida, Tauro con la forma, Géminis con la mente y Cáncer con el alma, entendida como reveladora de la verdad. Por lo tanto, bajo el signo de Cáncer, se nos empuja a buscar la luz de manera consistente y confiable, incluso si aún no se ha visto aquí en la tierra.
El discípulo relacionado con el cáncer es Natanael, un místico en quien no hay engaño.
En el cuerpo, el centro relacionado con Cáncer es el plexo solar, a veces denominado «el sol en el estómago»: este centro está conectado principalmente con el desarrollo espiritual de cada uno de nosotros, y si está alineado con el espíritu, el principio femenino nos conecta a nuestra naturaleza divina.
El pensamiento bíblico en el que podemos meditar hoy es: «Pero si caminamos en la luz, como Él está en la luz, estamos en comunión unos con otros» (1Juan 1,7)
«Caminar en la luz» lo siento como «abrirse al amor» y por lo tanto, al abrirnos al amor, estamos en comunión fraterna con el infinito creado y dispensamos amor alimentando a los demás y a nosotros mismos, ya que el amor es sintonizar con nosotros mismos. El amor nos pide que nos dediquemos con pasión a nosotros mismos, a nuestra vida interior; abrir el corazón significa estar alineados y ser fieles a nosotros mismos, y cuando estamos en el espacio del corazón sentimos lo que es nuestra verdad y podemos entrar en relación con nosotros mismos y con los demás.
Ahava, Francesca Zangrandi
