Mañana, 1 de febrero, estaremos justo entre el solsticio de invierno y el equinoccio de primavera, y se celebra Imbolc, la fiesta de la Diosa Doncella. Durante el solsticio de invierno, la Diosa dio a luz al nuevo Sol-niño, y ahora, tras la primera cuarentena del puerperio, su energía se renueva: la Diosa Doncella representa el nuevo ser renacido de lo viejo, es la luz tras la oscuridad.
En la naturaleza, es el momento en el que se empiezan a notar los primeros signos de retorno de la vida: las horas de luz aumentan cada día, empiezan a aparecer las primeras flores y el primer agua de la nieve derretida comienza a fluir; la vida sigue latente en las semillas de la Tierra y en las raíces de las plantas y los árboles (uno de los significados de la palabra “Imbolc” es precisamente “en el vientre” – de la Madre Tierra), pero es estimulada y acelerada por el toque de la Diosa Doncella. Otro significado de la palabra “Imbolc” es “leche de oveja”, ya que es el momento en que nacen los primeros corderos del año y la primera leche de la oveja señala el florecimiento de una nueva vida. Y también notamos estos signos de energía renovada en nosotros mismos: de hecho, nuestra atención comienza a dirigirse hacia el exterior y empezamos a soñar y a alimentar nuevas ideas, nuevos conceptos y nuevas formas de pensar; la nueva energía nos ayuda a despejar la mente y a enfocar bien hacia dónde dirigir nuestros pasos.
Cuando celebramos Imbolc, el Sol está en Acuario, un signo de Aire que recuerda el viento frío de la época más dura del año, cuando la semilla yace bajo la tierra, transformándose y echando raíces a la espera de salir y florecer en primavera. El solsticio de invierno comenzó con la entrada del Sol en Capricornio, un signo de Tierra cuyas características son la resistencia excepcional, el autocontrol, la paciencia, la lentitud, la introspección, la perseverancia y la disciplina interior. Así que su enfoque de la vida es cauteloso y racional, pero ahora Acuario viene a revolucionar las cosas: mientras Capricornio está más centrado en sus ambiciones personales, Acuario tiene una mentalidad comunitaria y entiende la vida como una especie de viaje de crecimiento y descubrimiento; ambos tienen el foco puesto en el resultado final, pero mientras Capricornio es siempre bien organizado y estudia los pasos a seguir, Acuario encuentra un camino creativo y exuberante, porque la rutina y la repetitividad son demasiado para él. Es como si Capricornio hubiera formulado un plan de acción, pero ahora le corresponde a Acuario ocuparse de la fase de ejecución.
Con Imbolc entramos en el mes de febrero, y este periodo de transición que va de las fiestas solsticiales al equinoccio de primavera está marcado por diversos festivales y ceremonias. La palabra «febrero» deriva del latín «februare» y significa «purificar» o «remediar los errores», y de hecho febrero estaba lleno de rituales destinados a la purificación, el recuerdo de los muertos y el concepto de lustre o purificación que precede a la acción para asegurar el éxito; al fin y al cabo, para nosotros es el segundo mes del año, pero en el calendario romano arcaico (anterior al siglo II a.C.) era el último mes del año.
Fue Numa Pompilio, segundo rey de Roma, quien estableció que en el mes de febrero se celebraran ritos funerarios dedicados a los Mani, las almas de los muertos; al fin y al cabo, la tumba no es más que un caldero alquímico que conduce a la transformación y la resurrección. Así, las Feralias, las fiestas dedicadas a los difuntos, se celebraban el 21 de febrero. Febrero era el mes dedicado al dios Februus y a la diosa Februa, los «purificadores». Y era en febrero cuando se celebraba las Lupercales (o Lupercalia), la fiesta de la purificación.
La diosa Februa, fértil y viva, triunfa sobre el Dios de la muerte que lo ha purificado todo con las heladas del invierno. De la purificación surge el primer verdor, que viene a insuflar vida de nuevo a la tierra; brotan los primeros brotes y se sienten los primeros síntomas de un nuevo nacimiento. Y otro significado que se ha dado a la palabra Imbolc es «gran lluvia», que puede referirse a los cambios climáticos de la estación, pero también a la idea de una purificación de las impurezas invernales.
Por otra parte, en el calendario Coligny (un epígrafe galo de finales del siglo II d.C.), Imbolc se llama Ambivolcios, que significa “alrededor del lavadero”, lo que nos recuerda que esta época del año está asociada a la purificación. Imbolc es una de las cuatro fiestas celtas conocidas como “fiestas del fuego”: el ritual de encender fuegos y hogueras es la característica esencial, ya que es el momento de aumentar la luz (más tarde, con el cristianismo, se convirtió en la Candelaria, la fiesta de las velas, para celebrar la purificación de la Virgen María y la presentación de Jesús en el Templo, que tuvo lugar cuarenta días después de su nacimiento).
En esta fiesta del fuego, los celtas celebraban a Brígida (conocida con diferentes nombres: Brid, Bride, Bridie, Brighid, Brigida, Brigantia…): originalmente era la Diosa universal (Doncella, Amante, Madre y Crona), pero con el paso del tiempo se ha asociado en particular con el aspecto de la Diosa Doncella. Su nombre viene de la raíz «breo» (fuego) y es la triple Diosa del Fuego: es el fuego de la inspiración, la Musa, la Diosa de la poesía (poesía deriva de “poesis”, creación); es la Diosa del hogar; y es la Diosa de la forja, la Señora de la Alquimia que nos abre la puerta para entrar en contacto con el Fuego de la Vida (con el cristianismo se convirtió en Santa Brígida).
El fuego es el elemento por excelencia de la transmutación, así que podemos pedirle a Brígida que nos ayude a revelar el oro de nuestra alma, para que podamos expresar nuestra auténtica voz. Felice Imbolc, Francesca Zangrandi
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