Hoy, 6 de enero, finalizan los doce días santos, los doce días de Navidad, que ejemplifican la recuperación completa de las doce energías primordiales (representadas por las fuerzas zodiacales) y su alineación en la Identidad Crística. Si hemos comprendido el verdadero significado de la Navidad, como la constatación de que también somos divinos, podremos encontrar la determinación de manifestar finalmente esta naturaleza nuestra en lo cotidiano. De hecho, el término «Epifanía» procede del griego «epiphàneia», que significa literalmente «manifestación de la divinidad».
Y esta noche la Luna alcanzará su máxima expansión en Cáncer, el signo que rige la propia Luna. Será la primera Luna llena del año, por lo que de alguna manera marcará la energía de este 2023, que siempre terminará con una Luna llena en el signo de Cáncer.
Cáncer es el primer signo de Agua del zodíaco: nos aleja de la actividad mental típica de Géminis para sumergirnos en nuestras emociones más primitivas, aumentar nuestra sensibilidad y ponernos en contacto con nuestra alma, recordándonos que nuestro hogar está donde está nuestro corazón.
La Luna está en conjunción con Palas: Palas Atenea nació literalmente de la cabeza de su padre, Zeus (Júpiter), por lo que es muy mental, se concentra en un pensamiento, en una idea, y la persigue tenazmente hasta que la comprende y la lleva a la práctica. En oposición está el Sol en Capricornio, en conjunción con Mercurio, que nos habla de pensamientos, comunicación y movimiento, pero que está retrógrado en este momento.
Sabemos que en cada Luna Llena tenemos la oportunidad de trabajar energías opuestas y complementarias, y en esta ocasión tendremos la oportunidad de trabajar la polaridad Cáncer-Capricornio. El eje Cáncer-Capricornio nos hace tocar nuestra relación con mamá y papá, nuestro nacimiento y renacimiento, nuestros recuerdos y todo lo que tiene que ver con la intimidad: el signo de Cáncer representa a la madre, las emociones, la infancia, mientras que Capricornio representa al padre, la estructura, el propósito.
Así que esta Luna nos invitará a trabajar en nuestro renacimiento como individuos, empujándonos a realinearnos con nuestro contrato del alma y pidiéndonos que encontremos raíces dentro de nosotros mismos para construir allí los cimientos de nuestro futuro.
Y los dos luminares están en cuadratura tanto con Quirón en Aries como con el asteroide Melusina en Libra. Quirón es el sanador herido, el que representa nuestras heridas (físicas, emocionales, mentales y espirituales) y al mismo tiempo nuestra curación, el que es capaz de sanar heridas internas y redescubrir talentos innatos; y al estar en el signo de Aries, nos da la oportunidad de sanar el YO SOY y las heridas relacionadas con este tema. Melusina es la sirena bicaudal que conoce los secretos de las aguas profundas y oscuras donde se esconden nuestras fantasías y nuestro poder creativo, la que nos conecta con la inspiración, con la memoria de los dones heredados, con nuestro vientre, invitándonos a dar rienda suelta a nuestra creatividad y a nuestras fantasías más profundas.
Es un buen momento para recordarnos a nosotros mismos lo que es realmente importante para nosotros y lo que realmente nos importa.
¿Cuál es nuestra motivación?
¿Por qué hacemos lo que hacemos?
De las cosas que hacemos, ¿cuál nos hace felices?
¿Cuál da sentido a nuestra vida?
La Luna es nuestra parte más íntima y profunda, y se encuentra en Cáncer, signo que nos da la capacidad de volver a la Fuente del alma, hacia lo divino. El Sefer Yetzirah (Libro de la Formación o Libro de la Creación), uno de los textos más importantes del esoterismo judío, dice que la característica vinculada al signo de Cáncer es la vista, es decir, la capacidad de poder ver con claridad incluso a través de las potencias emocionales del alma, por lo que todo nos está invitando a conectar con la pureza de nuestra verdad más profunda, soltando y transformando lo que pensábamos o creíamos que éramos pero que en realidad no nos refleja.
Y Venus ha entrado en el signo de Acuario, anunciando que le apetece la novedad y la libertad, así que demos rienda suelta a nuestras necesidades, que Venus busca el placer en todo. Y si insistimos en hacer lo que siempre hemos hecho aunque no alimente nuestra alma, la vida se encargará de ello y trastocará nuestros hábitos.
Recordemos que estamos en un año siete (2+0+2+3=7), y que en las cartas de los Arcanos Mayores del Tarot, la carta VII es el Carro, nos habla de movimiento y cambio de circunstancias. Y la luna llena ocurre en el grado 16, lo que de nuevo nos da un número siete (1+6=7), así que vamos a contactar con las necesidades y deseos de nuestra alma, y si hay necesidad de dejar ir hábitos, comportamientos, pensamientos, creencias, programas, … dejémoslos ir, creemos nuevas costumbres, concepciones y valores, más acordes con lo que somos hoy.
Feliz luna llena, Francesca Zangrandi
PD. Este año me he centrado mucho en las propuestas que ofrezco en italiano, mi idioma, pero en 2023 también empezaré a organizar más cosas en español, así que si quieres estar al día de todo, te invito a suscribirte al boletín.