Hoy se produce el Venus Star Point, que se crea cada vez que Venus, el Sol y la Tierra se alinean, y a partir de ahí cambia el momento en que vemos a Venus desde la Tierra.
En un ciclo de ocho años Venus retrograda cinco veces, y en cada una de estas retrogradaciones se crea una alineación entre Venus, el Sol y la Tierra, en la que Venus se encuentra entre el Sol y la Tierra; estas cinco retrogradaciones son el equivalente a una luna nueva, en el sentido de que inician el ciclo de dieciocho meses que formará un pétalo del pentagrama, y cada pétalo es una escuela arquetípica bajo la influencia de un signo zodiacal. Nueve meses después de la alineación, se produce un nuevo Venus Star Point, pero esta vez Venus está directo y el Sol se encuentra entre Venus y la Tierra; esta alineación equivale a una luna llena, en el sentido de que es el momento en que culmina el ciclo de Venus.
De las 13.10 a las 13.24 (hora italiana) el Sol, Venus y la Tierra se alinearán, y el Sol sembrará el vientre de Venus y sus rayos llegarán hasta nosotros atravesando el cuerpo de Venus. Venus se sitúa entre el Sol y la Tierra, alineándose en el grado 20 de Leo: el número dos nos habla de contrastes, dualidad y separación, enfatizando así la necesidad de reconciliar los opuestos para volver a la unión, a la unidad.
El número dos en los Arcanos del Tarot es la carta de la Papisa, también conocida como la Sacerdotisa, que representa la iluminación espiritual a través de la sintonía con la propia intuición, es decir, nos dice que busquemos las respuestas en nuestro interior, convirtiéndonos en dueños de nosotros mismos; nos pide que abracemos lo divino femenino honrando la conexión con nuestra intuición y sabiduría interior, equilibrando e integrando lo masculino y lo femenino, la luz y la sombra, y las distintas polaridades, en nuestro interior para luego encontrar esta colaboración de dos también en el exterior.
De hecho, en la carta la Papisa está sentada en un trono entre dos columnas, una blanca y otra negra, que podrían compararse con el yin y el yang, recordándonos que vivimos en la dualidad y que todo tiene una polaridad, y que es importante salir de la individualidad para volver a la unión.
Luego, a los pies de la Papisa está la luna, que nos habla de intuición, receptividad, instinto, inconsciente, emociones… Aunque su rostro es inexpresivo y no deja traslucir ninguna emoción: como el pensamiento, la emoción también es fruto de la individualidad, pero la Papisa disocia en busca de la unión. Así, es como si este número dos nos obligara a dar una nueva forma y una nueva lectura a los aspectos emocionales de las experiencias de la vida, evaluándolos dentro del conjunto y no sólo mirándolos desde nuestro punto de vista individual. En otras palabras, no nos fijemos sólo en una parte de la historia; ambas partes, si se utilizan y analizan bien, dan una imagen real del conjunto.
Y Lilith está a pocos grados de Venus y del Sol: Venus expresa la necesidad de armonía y de contacto emocional con el mundo que nos rodea; representa la capacidad de amar y de amarse, la belleza, la armonía, el sentido estético. Nos habla de la elección, de la búsqueda del placer, del conocimiento a través de la relación. Lilith representa nuestros sentimientos más profundos, nuestra naturaleza más arcaica, salvaje e instintiva, esa parte que durante siglos se nos ha pedido ocultar y reprimir.
Además, Venus desapareció del cielo el 8 de agosto, día en el que estaba en conjunción exacta con Lilith, y reaparecerá en el cielo el 17 de agosto, día en el que el Sol estará en conjunción exacta con Lilith, por lo que Lilith marca este camino del nuevo pétalo que está a punto de comenzar.
Lilith, también conocida como la Luna Negra, es muy parecida a Plutón en el sentido de que su energía es muy transformadora, y en el mito representa a la primera mujer de Adán, la que se negó a someterse a él y decidió abandonar el Edén. Lilith representa, por tanto, nuestros sentimientos más profundos, nuestra naturaleza más arcaica, salvaje e instintiva, esa parte que durante siglos se nos ha pedido que escondamos y reprimamos.
Pero, como sabemos, todo aquello que fingimos que no existe sigue funcionando a nivel inconsciente, y tarde o temprano emergerá con tal fuerza y rabia que corremos el riesgo de vernos desbordados por ello. No es casualidad que Carl Gustav Jung dijera: “Todo el mundo lleva una sombra dentro de sí que, si se ignora y reprime, se hará más negra y espesa.”
Probablemente todos hemos oído muchas veces la parábola de los dos lobos, en la que se cuenta que un día un anciano cherokee le dijo a su nieto que dentro de cada uno de nosotros hay una lucha entre dos lobos: uno es negro, malvado, lleno de ira, celos y dolor, mientras que el otro es blanco, bueno, lleno de amor, generosidad y paz. El nieto preguntó a su abuelo cuál de los dos había ganado, y el anciano respondió: “El que más alimentes.”
Esta es la versión que se suele contar, pero personalmente me resuena mucho más otra versión, que se dice que es la original: en esta se cuenta que el abuelo respondió que ambos ganan si se alimentan bien. De hecho, si decidimos no alimentar a uno de ellos, se volverá cada vez más hambriento, lleno de ira y frustración, y en algún momento puede decidir canalizar esa energía destructiva hacia nosotros, probablemente esperando el momento adecuado, cuando nuestras defensas estén bajas. En cambio, si decidimos alimentar a ambos, la lucha cesará.
Como los taoístas, que nos enseñan a honrar el Tao, el conjunto del yin y el yang, o como los budistas, que nos invitan a seguir la Vía Media, abrazando lo material y lo espiritual, lo humano y lo divino, esta parábola nos invita a abrazar nuestra totalidad, nuestro lado tanto en la luz como en la sombra, nuestro lado más divino como nuestro lado más animal y salvaje, encontrando un equilibrio entre todas nuestras facetas.
Feliz Venus Star Point, Francesca Zangrandi