Aquí estamos, ¡ha llegado un nuevo año! Hemos dejado atrás el 2022, un número seis (2+0+2+2=6), un año de búsqueda del equilibrio entre materia y espiritualidad; y ahora hemos entrado en 2023, un número siete (2+0+2+3=7).
El siete es el número por excelencia de la búsqueda mística, que nos conduce a la exploración de la existencia, al descubrimiento de su finalidad, pero también de su sentido más profundo; y es también el número de la iniciación, asociado a María Magdalena.
En esoterismo, el siete se considera un número perfecto, y siete son las letras del V.I.T.R.I.O.L. alquímico, que se forma a partir de las primeras letras de un famoso lema de los Rosacruces expresado en latín: «Visita Interiora Terrae, Rectificando Invenies Occultum Lapidem», es decir, «visita el interior de la tierra, trabajando rectamente encontrarás la piedra oculta». Esta expresión indicaba la necesidad de descender a las entrañas de la tierra, es decir, a los oscuros recovecos del alma, para alcanzar la iniciación, operando esa transmutación de la materia en espíritu, que permitiría alcanzar la inmortalidad y devolver a la luz la sabiduría pasando por las diferentes fases de la Obra Alquímica (nigredo, albedo, rubedo).
En otras palabras, la piedra filosofal, capaz de transformar el plomo en oro, está oculta en las profundidades, y podemos descubrirla tomando el camino recto de la virtud (rectificando): el propósito del VITRIOL es entrar dentro de uno mismo para regenerarse y dar a luz una nueva versión de sí mismo, como el ave fénix que resurge de sus propias cenizas. De hecho, contrariamente a la creencia popular, la alquimia no trata de la transmutación de metales comunes en oro, sino de la ciencia secreta y la iluminación de la liberación interior. Y la alquimia espiritual habla precisamente de siete etapas.
Pero encontramos el número siete en todas partes: siete son los colores del arcoiris, los días de la semana, las notas musicales, los principales chakras, las virtudes, los pecados capitales, los Sacramentos, los brazos del calendario judío (Menorah). Siete son los peldaños que conducen a Buda a la cima del mundo cósmico, al igual que siete son las épocas de la cultura mencionadas por Rudolf Steiner, divididas a su vez en siete periodos. En el último libro de la Biblia, el Apocalipsis, todo se desarrolla en torno al número siete, pero este número se encuentra en todas partes en las Sagradas Escrituras, es el símbolo de Dios y de su perfección y plenitud. Ya desde el relato de la creación con el que se abre el libro del Génesis, vemos cómo el séptimo día está cargado de bendición divina: en el séptimo día, Dios descansa e invita al hombre a sacralizar el cese de la actividad, a celebrar en ese silencio la realidad del espíritu.
Si consideramos las cartas de los Arcanos Mayores del Tarot, la carta VII es el Carro: en la baraja de Rider Waite esta carta se representa con un carro con dosel conducido por un joven con una estrella en la frente y un bastón en la mano, y tirado por dos esfinges, una blanca y otra negra.
El joven que conduce el carro está en profunda conexión con el cosmos: no sólo lleva una corona con una gran estrella, sino que también el paño del dosel está cubierto de estrellas; y sobre los hombros de la armadura hay dos medias lunas con caras, que son respectivamente Urim y Thummin, una especie de hados sagrados mediante los cuales en el judaísmo antiguo se consultaba a la deidad y se probaba el oráculo.
El Carro denota movimiento, tanto físico como interior. Y en la carta el carro se aleja de una fortaleza o de un pueblo, y ya ha cruzado un río, como si dejara atrás lo conocido para ir hacia algo nuevo; pero también dejando atrás las viejas estructuras (representadas por las murallas) para ir hacia otra cosa, desconocida pero innovadora. Ya ha superado la confusión emocional (el río) y ha encontrado la fuerza para ir en la dirección deseada.
Esta carta nos habla de un cambio de circunstancias, y en el camino hacia lo nuevo, se pueden adquirir otras habilidades y fortalezas, y se pueden encontrar nuevas oportunidades y destinos.
Y de hecho, el 2023 a nivel astrológico será un cambio de juego: trae consigo una esperanza que, en un mundo que se derrumba, requiere toda nuestra presencia y compromiso.
Plutón, capaz de destruirlo todo, creando las condiciones ideales para empezar literalmente de cero, a través de una metamorfosis y una regeneración radical, lleva en el signo de Capricornio desde 2008, pero en 2023 entrará en el signo de Acuario, cambiando muchas cosas. Evidentemente, los cambios no serán todos repentinos, al fin y al cabo Plutón es el planeta más lento y tarda unos buenos 248 años en completar su revolución, es decir, su vuelta alrededor del zodíaco; y luego, cuando entre en movimiento retrógrado, volverá a transitar por Capricornio, pero en 2024 entrará definitivamente en Acuario.
Saturno también cambiará de signo, entrando en Piscis: había entrado en el signo de Acuario en marzo de 2020 (¡¿os suena?!), luego retrogradó entrando de nuevo en Capricornio, pero desde diciembre de 2020 está transitando el signo de Acuario, y el próximo mes de marzo entrará en el signo de Piscis.
Saturno es el planeta de la responsabilidad y nos recuerda que para conseguir lo que deseamos debemos esforzarnos, y esto no sólo significa trabajar duro, sino también estar dispuestos a hacer lo que haga falta. Acuario es el signo asociado a la revolución, al cambio, a la búsqueda de la libertad, pero también a la tecnología, ¡y cuántas cosas han cambiado en los últimos tres años que Saturno ha transitado por este signo! Luego, en el signo de Piscis, sentará las bases de un modo de vida diferente, en el que la espiritualidad se consolidará cada vez más.
Lilith también cambiará de signo, pasando de Cáncer a Leo: en Cáncer nos dio la oportunidad de ponernos en contacto con nuestras necesidades y deseos más profundos, y en el signo de Leo nos invitará a retomar nuestro poder y dejar brillar nuestra luz.
Los nodos lunares cambiarán de signo, pero tendremos la oportunidad de profundizar en los distintos tránsitos a medida que avancemos, sin embargo, no cabe duda de que el 2023 comenzará a dejar muchas cosas atrás, dándonos cuenta de que hemos entrado definitivamente en una nueva época. El año 2020 nos trajo la demolición de estructuras hasta entonces conocidas, en el 2021 exploramos y experimentamos nuevas posibilidades, buscando constantemente nuevas metas, y en el 2022 contactamos con el corazón, dejando ir lo que ya no resonaba con nuestra verdad más profunda.
Y ahora el 2023 nos invita a movernos hacia lo nuevo que sentimos que resuena con la verdad de nuestra alma. Así que demos la bienvenida a este nuevo año con una nueva energía y nuevos sueños por cumplir, que el número siete representa entrar en contacto con el propio poder personal (el mensaje místico del número seis según las enseñanzas de Yeshua es «la asunción del propio poder»).
Ahava, Francesca Zangrandi
PD. Este año me he centrado mucho en las propuestas que ofrezco en italiano, mi idioma, pero en 2023 también empezaré a organizar más cosas en español, así que si quieres estar al día de todo, te invito a suscribirte al boletín.