Llegamos a la decimoséptima cita de la columna «Lunes de mujeres», que sale cada primer lunes de mes (al final encontrarás los enlaces para acceder a los artículos anteriores). El mes pasado hablamos del cèrvix del útero, y dijimos que su posición y consistencia son algunos indicadores que nos ayudan a identificar nuestro periodo fértil. Hoy vamos a hablar de otro parámetro que nos da indicaciones muy útiles sobre nuestra fertilidad, y es el moco cervical.
El moco cervical es una sustancia producida por las criptas cervicales: la última vez dijimos que el canal endocervical es el conducto que va del orificio uterino externo a la cavidad uterina, en correspondencia con el orificio uterino interno; en el interior del canal cervical hay pliegues que delimitan las criptas cervicales, que son las responsables de la producción del moco cervical. Estas criptas cervicales se profundizan en el tejido, formando una red de glándulas tubulares ramificadas que, bajo la influencia de nuestras hormonas, segregan moco, que tiene diferentes consistencias y funciones según las criptas en las que se segrega.
El moco cervical está compuesto principalmente por agua, luego por electrolitos, proteínas, aminoácidos y azúcares; y tiene principalmente la función de proteger. De hecho, durante la mayor parte del ciclo menstrual, el cuello del útero está cerrado por una especie de tapón mucoso que impide tanto el paso de los agentes patógenos como de los espermatozoides, bloqueando a estos últimos en el medio vaginal, demasiado ácido para su supervivencia, por lo que mueren en pocas horas. Sin embargo, a medida que nos acercamos a la ovulación, gracias a la acción de los estrógenos, el moco cambia, y en consecuencia sus funciones: actúa como un filtro biológico, seleccionando los espermatozoides; protegiéndolos y alimentándolos en las criptas cervicales, donde pueden vivir durante varias horas, incluso hasta tres días; favoreciendo el paso de los mejores espermatozoides y activándolos en su carrera hacia las trompas uterinas en busca del óvulo.
Antes del inicio de la fase fértil, es decir, inmediatamente después de la fase menstrual, el moco cervical es desfavorable para la supervivencia de los espermatozoides, y este tipo de moco, llamado moco G, es producido por las criptas que se encuentran abajo, a la entrada del cuello uterino. En esta fase puede ser que nuestra sensación sea de sequedad y no notemos la presencia de moco, pero el moco está ahí, es pegajoso e impide el paso de los espermatozoides. Puede estar seco, y al tocarlo se convierte en una especie de polvo, o puede estar húmedo, y al tocarlo será denso y poco elástico.
A medida que aumentan los niveles de estrógenos y se acerca la ovulación, empezamos a notar la presencia de moco, que será más cremoso, blanquecino o de color crema, y se denomina tipo L. Este moco de mallas más grandes permite la selección de los mejores espermatozoides al eliminar los de baja calidad; sin embargo, si la ovulación se retrasa, el moco dirige los espermatozoides hacia las criptas cervicales, que son verdaderos lugares de descanso donde pueden sobrevivir hasta cinco días. Este tipo de moco no es muy elástico: si lo cogemos entre los dedos e intentamos alejar los dedos, probablemente no podremos hacerlo más de un centímetro sin que el filamento se rompa.
Durante la transición a la ovulación, el moco se vuelve cada vez más elástico y su acidez disminuye, de modo que el entorno se vuelve cada vez menos hostil para los espermatozoides.
Cuando estamos cerca del pico de estrógenos, y por tanto en nuestro momento más fértil (ovulación), las criptas cervicales que se encuentran en la mitad superior del cuello del útero segregan un moco más transparente y gelatinoso, muy elástico, húmedo y resbaladizo, que puede ser acuoso o parecerse a la clara del huevo crudo. Si hacemos la prueba del dedo, veremos que podemos alejarlos incluso varios centímetros antes de que el filamento se rompa. Este tipo de moco, llamado moco S, nutre a los espermatozoides seleccionados del moco L y facilita su carrera hacia el óvulo.
En este momento, los espermatozoides tienen una alta tasa de supervivencia en el moco cervical, de hecho pueden sobrevivir durante tres días o incluso más.
Una vez que ha pasado la ovulación, el moco cervical vuelve gradualmente a ser pegajoso (tipo G), como lo era después del sangrado, pero es bueno recordar que aquí sólo he representado lo que generalmente sucede a la mayoría de las mujeres, mientras que cada mujer es única, al igual que nuestro moco vaginal. Así que lo más importante es que cada una de nosotras empiece a explorar su propio moco, observando cómo cambia a lo largo del ciclo, qué características tiene y cuál es el patrón que se repite mes tras mes.
Nunca me cansaré de repetir que es fundamental conocerse a sí mismo, conocer el propio cuerpo y la propia singularidad, sin creer que tenemos que quedarnos dentro de un modelo que nos cuentan y luego sentirnos mal e inadecuadas porque no somos como ese modelo que nos pasan. Pero es bueno recordar que hay factores que pueden interferir en la presencia, calidad y cantidad del moco cervical, como la dieta, el estrés, algunos problemas hormonales, el uso de ciertos medicamentos y haber utilizado la píldora anticonceptiva durante un largo periodo de tiempo.
Para concluir, conocer nuestro moco cervical nos ayuda a determinar cuándo comienza nuestro periodo fértil, información útil tanto en caso de que busquemos un embarazo como de que queramos evitarlo; y podemos ser aún más precisas y seguras si combinamos dichos datos con la posición y consistencia del cèrvix uterino y la temperatura basal. Además de todo esto, también estoy convencida de que ha llegado el momento de que todas las mujeres se conviertan en dueñas de sí mismas, sintiéndose libres de vivir plenamente su cuerpo según sus propias reglas, por lo que es fundamental conocernos cada vez más en detalle, ¡porque cada una de nosotras es única y nuestra belleza reside precisamente en nuestra singularidad!
Espero que esta información pueda serte útil, y si crees que puede ser de interés para alguien más, te invito a compartir el artículo: ¡el conocimiento es libertad!
Ahava, Francesca Zangrandi
- La próxima cita de esta columna será el primer lunes de junio, pero, mientras tanto, si deseas mantenerte actualizada sobre los diversos artículos que publico en el blog, puedes suscribirte al boletín en la página web www.quintadimensione.net, poner “Me gusta” en la página Facebook Quinta Dimensione – Francesca Zangrandi, seguirme en mi Instagram https://www.instagram.com/francesca_quintadimensione/ o puedes suscribirte al canal de YouTube Francesca Quinta Dimensione. Y si crees que este artículo pueda interesar a alguien que conoces, puedes compartirlo. Muchas gracias!
Ediciones anteriores de la columna “Lunes de mujeres”:
CÉRVIX, EL PUNTO DE CONEXIÓN ENTRE LA VAGINA Y EL ÚTERO
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