Hoy, 6 de enero, finaliza el período de los doce días Santos y la dedicación se hace a Piscis, el último signo del zodíaco, lo que cierra un ciclo y reabre otro, o más bien establece los cimientos y las presuposiciones. Es el momento de la conciencia: la semilla enterrada bajo el suelo completa su germinación, pero todavía está en la fase de transformación pasiva (será activa cuando reciba el impulso de Aries).
El signo de Piscis lleva a la manifestación el principio de unificación en toda la creación. Ralph Waldo Emerson dio una perfecta descripción Pisciana cuando dijo: «Lo imperfecto adora mi propia perfección. La vida no es una colcha de retazos sino una gloriosa y divina unidad.» Piscis es el último signo previo al nacimiento del nuevo año, período
de recapitulación y de autoexamen; marca el final de una vida anterior y el amanecer de una nueva. El modelo cósmico que prevalece sobre la tierra es el del hombre perfecto, creado a imagen y semejanza de Dios y manifestando la divinidad de su interior; el perfeccionamiento del hombre ha sido la divina labor de todos los doce signos zodiacales creadores desde el comienzo de la evolución humana.
El discípulo relacionado con Piscis es Pedro, el inestable, el hombre «ola» quien, después de haber despertado el Cristo interno por medio de la fe, se convirtió en la roca de la iniciación sobre la cual se fundamenta la iglesia.
En el cuerpo, el centro relacionado con los Piscis son los pies, el último elemento que completa nuestro vehículo físico, listo para volverse luminoso, parecido a Dios, con flores o estrellas brillando en los centros vitales.
Así que el pensamiento bíblico en el que podemos meditar hoy es: «Dios creó al hombre a su imagen y semejanza» (Gn 1,27)
La Epifanía concluye los doce días de Navidad, ejemplificando la recuperación completa de las doce energías primordiales (representadas por las fuerzas zodiacales) y su alineación en la Identidad Crística.
Si hemos entendido el verdadero significado de la Navidad, como conciencia de ser divinos nosotros también, podremos encontrar la determinación para finalmente manifestar nuestra naturaleza en el cotidiano. (El término «Epifanía» proviene del griego «epiphàneia», que literalmente significa «manifestación de la divinidad».)
Ahava, Francesca Zangrandi
