Hoy es luna llena en Libra, y es una luna muy especial: esta luna llena ocurre sólo unas pocas horas después del equinoccio, a menos de un día; la última vez que ocurrió fue en 2000 y la próxima será en 2030. También es una superluna, y es la tercera y última de este 2019. También es la primera de las cuatro lunas llenas que tienen lugar esta temporada, entre el equinoccio de la primavera y el solsticio de verano (generalmente son sólo tres), y también la próxima luna llena, la del próximo 19 de abril, estará bajo el signo del Libra.
Pero eso no es todo: la Pascua generalmente se celebra el primer domingo después de la primera luna llena después del equinoccio de primavera, pero este año no será así, y la Pascua se celebrará después de la próxima luna llena. ¡Así que hay todas las credenciales para ser una luna verdaderamente especial!
También empezó el nuevo año astrológico con la entrada del Sol en el signo de Aries, por lo que estamos en todos los aspectos en un momento de gran renacimiento y renovación.
Libra es un signo de aire y está regido por Venus, mientras que Aries es un signo de fuego y está regido por Marte. Estos dos planetas producen el movimiento de atracción y separación que gobierna el mundo, representando la pasión con la cual la fuerza creadora crea el todo.
Venus, la diosa del amor, expresa afinidad, unión, atracción hacia el otro, características que se manifiestan en la relación como la capacidad de fusionarse con el otro en una experiencia creativa, en un acto creativo que conduce a una evolución, a un cambio en comparación con lo que eran antes los componentes de la relación. Es la energía del amor, de la atracción que nos llama los unos a los otros, la que nos transforma, la que nos cambia, la que da vida a algo nuevo. Marte, nuestro guerrero interior, nos empuja a actuar, nos pide que nos afirmemos y nos pongamos delante de los demás; representa la carga de energía vital que se expresa a través del dinamismo y la agresividad, en el sentido más etimológico del término, «ir hacia» (del latín «ad-gredior»), por lo que es él quien saca a relucir nuestra parte animal e instintiva, el coraje y la determinación.
Por lo tanto, podríamos decir que Marte y Venus representan los dos polos de la misma energía: tanto Venus representa una energía femenina y receptiva, cuánto Marte representa una fuerza masculina y activa. Y Luna en Libra y Sol en Aries nos hablan de la oposición yo-nosotros, dar-recibir, femenino-masculino.
La mediación de este conflicto permite un equilibrio interno que es indispensable para una correcta capacidad de relacionarse y encontrarse con el otro, y requiere la energía necesaria para curar el conflicto interno entre el yo y el otro, entre el egoísmo y el altruismo, dado por tener un lugar para poner primer a si mismo o a los demás. Siempre en busca de equilibrio, Libra está realmente consciente de que el verdadero equilibrio no se encuentra sólo con uno mismo, sino en relación con el otro; y como el exterior es sólo un reflejo de mi interior, ¿cómo puedo relacionar lo masculino con lo femenino dentro de mí y encontrar el equilibrio adecuado entre los dos?
Como sólo dos personas enteras pueden crear una relación auténtica y veraz, así sólo si tenemos integrados masculino y femenino dentro de nosotros podemos sentirnos en paz. Debemos buscar la integración de estas dos partes, conscientes de que no son opuestas sino complementarias, y que cada una de ellas necesita su contraparte para vivir en armonía. Por lo tanto, es hora de unir estas dos partes en un baile melodioso, que nos lleva cada vez más a ser completos y honestos con nosotros mismos.
Las energías del momento nos conectan con la Conciencia Crística, tanto masculina como femenina. El Camino de la Conciencia Crística es el camino del Corazón: gracias al Corazón podemos despertar al Cristo presente en nosotros y recordar que somos seres maravillosos, vibraciones infinitas en transformación eterna y en movimiento eterno, conciencia pura y amor puro.
Estamos en el período del año relacionado con el elemento Fuego, que es acción y nos enseña a hacer las cosas físicamente, por lo que es importante trabajar el compromiso, la voluntad, la disciplina.
La palabra «discípulo» viene del latín «discipulus», que significa «alumno» y que a su vez deriva de «discere», o «aprender»; por lo tanto, el término «disciplina» se refiere a seguir las enseñanzas de un maestro, y ese maestro somos nosotros mismos, por lo tanto, trabajar la disciplina significa ser discípulos de nosotros mismos, sin buscar afuera lo que realmente tenemos dentro.
Encontremos nuestro centro, entremos en el espacio del corazón y dejémosnos sorprender por lo que está dentro de nosotros!
Feliz luna llena, Francesca Zangrandi