Mañana la luna estará llena en el signo de Sagitario, un signo de Fuego. Sabemos que cada luna llena es la culminación de algo que plantamos seis meses antes, cuando la luna era nueva en el mismo signo del zodiaco.
Así que el pasado mes de diciembre, exactamente el día 14, la luna estaba nueva en el signo de Sagitario y, conscientes o no, nos ocupamos de plantar nuestros propósitos para los próximos seis meses.
Sagitario es el último signo del elemento Fuego, pero su fuego no es el fuego impetuoso de Aries, interesado en la conquista, ni es el fuego radiante y fuerte de Leo, empeñado en la magnificencia del ego; en el fuego de Sagitario prevalecen la iniciativa de Aries y el coraje de Leo, pero es un fuego menos material y más espiritual, que conduce a la iluminación. De hecho, Sagitario es el signo que nos lleva al lado espiritual de la vida; nos insta a ser honestos y veraces sobre nuestro propósito en la vida, y nos desafía a actuar en consecuencia.
Además, la luna nueva de diciembre estuvo acompañada de un eclipse solar y nos invitó a cerrar todo lo que quedó inconcluso en nuestras vidas, impulsándonos a salir de creencias limitantes, formas de pensamiento obsoletas y patrones de comportamiento repetitivos. Así que hace seis meses, seamos o no conscientes de ello, nuestras intenciones estaban probablemente relacionadas con deshacernos de creencias desgastadas e inútiles, de emociones tóxicas, de encontrar el valor para dejar atrás el pasado de una vez por todas. ¿Y qué ha pasado en estos seis meses? ¿Qué hemos hecho? ¿Dónde estamos ahora? Porque esta luna llena nos pide que hagamos un balance y que finalmente cerremos con lo que está obstaculizando nuestra expansión.
De hecho, la luna llena de mañana también irá acompañada de un eclipse, un eclipse lunar total. El tiempo del eclipse es un espacio de gran movimiento y profundo poder, donde se crean cambios visibles, donde se manifiesta lo que requiere cambio, movimiento y acción concreta. En cierto modo, es como si nos encontráramos abandonados a nosotros mismos, sin luz exterior, y por tanto debemos confiar en nuestra propia luz, en nuestros propios recursos internos para avanzar; por eso los eclipses nos permiten dar un salto evolutivo.
Estamos en la temporada de eclipses relacionados con los signos de Géminis y Sagitario, y el eje Sagitario-Géminis nos da la oportunidad de soltar aquellas creencias que creíamos verdades absolutas y que de alguna manera nos están limitando, para abrirnos a nuevas perspectivas y nuevos puntos de vista, también nos aleja de la verdad dictada por los gurús o todos aquellos que hemos idealizado, para acercarnos cada vez más a nuestro maestro interior y a nuestra propia verdad.
Así que no tenemos más excusas, este es el momento de mirar realmente nuestra verdad y expresarla, pero para hacerlo es importante primero estar presente en nosotros, traer la atención hacia nosotros, escucharnos y confiar en nosotros y en nuestro sentimiento, dejando de lado lo que la mayoría de los que están ahí fuera dicen, que están haciendo todo lo posible para alejarnos de nosotros mismos y de nuestra verdad.
Por un lado tenemos a la Luna en el signo de Sagitario, junto con el Nodo Sur, mientras que por el otro lado tenemos al Sol en el signo de Géminis, junto con el Nodo Norte, Mercurio y Venus. Y el eje Sagitario-Géminis nos da la posibilidad de soltar esas creencias que creíamos verdades absolutas y que de alguna manera nos están limitando, para abrirnos a nuevas perspectivas y nuevos puntos de vista; además nos aleja de la verdad dictada por los gurús para acercarnos cada vez más a nuestro maestro interior.
Por último, estos dos signos nos dan la oportunidad de integrar los opuestos: por un lado, nos instan a transformar lo que hemos aprendido en experiencia concreta; por otro, nos instan a integrar y unir cuerpo y mente, instinto y razón, pero también nuestro lado más humano con nuestro lado más divino.
Y la oposición Sol-Luna también forma una cuadratura en T con Júpiter en Piscis: Júpiter nos habla de crecimiento, de expansión, de autorrealización, de búsqueda de propósitos y nos invita a superar los miedos que nos reprimen, aspirando a alcanzar una mejor versión de nosotros mismos; y el signo de Piscis nos sumerge en el inconsciente y nos conecta con nuestra alma, impulsándonos a abrirnos a la imaginación, a los sueños, a la intuición, a la divinidad, al infinito y a las emociones, y sentir y percibirnos nos permite aprender a confiar en nuestra voz interior.
Obviamente el signo de Piscis no tiene límites, nos habla de infinitas posibilidades, y Júpiter expande aún más esta disolución en el todo, por lo que podemos sentirnos confundidos, ¡pero es importante tener fe!
Actualmente los dos planetas que rigen Piscis (Neptuno y Júpiter), están en su signo, amplificando aún más la sensación de vacío, de ese espacio de infinitas posibilidades, donde podemos entrar en contacto con la divinidad (llámalo como quieras: Dios, Diosa, Universo, Energía Universal, Madre Cósmica, …) y con nuestra alma. Sin esta conexión, no podemos crear, o más bien co-crear. El signo de Piscis nos conecta con el todo, haciéndonos perder nuestros límites, para poder entrar en contacto con el canal creativo, con la fuente de la creación; pero sólo si nos perdemos en el espacio vacío de las posibilidades infinitas, dejando de lado nuestro ego, nuestra individualidad, podremos crear y co-crear.
Así que cultivemos nuestro espacio, creemos oportunidades para el silencio; desprendámonos de la mente, que querría controlarlo todo, y sigamos el impulso de Piscis, que nos pide que crezcamos y evolucionemos, y nos enseña a hacerlo confiando y encomendándonos, teniendo fe. La palabra «fe» viene del griego «pìstis» y se refiere al que se fía, al que confía, así que abandonémonos con confianza al flujo de la vida.
Feliz luna llena, Francesca Zangrandi