Luna llena en Virgo 2023

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En el antiguo calendario romano, marzo se consideraba el primer mes del año, y del número uno nacen los nuevos comienzos, las nuevas ideas, los nuevos proyectos. Evidentemente, todo nuevo comienzo requiere un desprendimiento, un cambio de paradigma, una ruptura con estructuras obsoletas para dejar sitio a lo nuevo. Un poco como las mariposas que tienen que salir de la crisálida para renovarse o las langostas que tienen que salir de su caparazón.
Y efectivamente, estamos en la temporada del signo de Piscis, el último del zodíaco, el que se encuentra en el hueco entre el invierno y la primavera, entre los últimos soplos helados y los primeros rayos cálidos del sol; es un signo liminal, cierra un ciclo y al mismo tiempo sienta las bases para lo nuevo que se abrirá. Es el signo del “todavía no”: la naturaleza está despertando, pero se encuentra en el paso previo al nacimiento, en el momento en que la semilla enterrada bajo tierra completa su transformación.

E inauguramos este mes de marzo con la conjunción de Venus, Júpiter, Quirón y Vesta en el signo de Aries. Aries es el primer signo del zodíaco, representa el “yo soy”. La energía del Fuego de Aries nos invita a empezar algo, a movernos en la dirección que queremos ir, pero si nos quedamos anclados en el pasado, en las heridas y dolores que nos llevan de vuelta allí, será difícil avanzar.
Venus nos recuerda que la relación más importante es con nosotros mismos. Júpiter nos invita a confiar en nuestros valores y en quiénes somos. Quirón nos habla de sanar la herida de la invisibilidad, de no ser reconocidos por nuestras capacidades, ayudándonos a expresar nuestra verdad dejando a un lado el sentimiento de inadecuación y de no ser merecidos. Y Vesta, la que nos conecta con nuestro fuego interior, nos recuerda que debemos ser totalmente nosotros mismos, auténticamente, y encender nuestro fuego creativo y conectar con lo que nos apasiona.

Esto no significa dejar de ser nosotros mismos para ser otra cosa, ¡todo lo contrario! Significa dejar de ser lo que siempre hemos creído ser o lo que nos han hecho creer que somos, para ser por fin lo que realmente somos; permitirnos expresar nuestra alma, nuestra auténtica voz.
Al fin y al cabo, según la astrología bíblica, en Aries nos reconocemos auténticamente como humanos divinos: los cuernos resumen la idea del nacimiento del mundo, el comienzo de su manifestación externa e independiente, el significado de la ofrenda de la propia alma; el coraje y la combatividad de Aries son necesarios para afrontar las luchas por afirmar la propia presencia y misión en el mundo.

Y el próximo martes la Luna alcanzará su máxima expansión en Virgo, el signo de Tierra que representa el arquetipo de la Sacerdotisa, la Mujer Medicina. De hecho, el término “virgen” no tiene nada que ver con la connotación moderna de “casta, inocente”, sino que indica a la mujer que mantiene su individualidad e independencia, sin dejarse influir por los demás, que es completa en sí misma y está en contacto con la Madre Tierra: sabe cuánto puede ayudarnos con sus remedios, pero al mismo tiempo desea actuar para sanar la Tierra.
Y el signo de Virgo es también el que nos invita a poner nuestros dones y talentos al servicio de los demás, recordando lo que hemos venido a hacer en esta vida.

Sabemos que con el plenilunio el Sol y la Luna están en signos opuestos y complementarios, por lo que tenemos la oportunidad de trabajar la polaridad. El signo de Piscis representa el infinito, es imprevisible, elusivo y extático, es espiritual, intuitivo, soñador, mientras que el signo de Virgo representa los detalles, es escrupuloso, analítico y centrado, concreto e intelectual, por lo que aparentemente podría parecer que Piscis representa el caos y Virgo el orden, pero creo que esto es demasiado reduccionista. Al fin y al cabo, el signo de Piscis esconde un orden trascendente, superior: trasciende los límites para disolverse en el todo, por lo que en esta expansión y fusión encuentra un orden superior, que obviamente es difícil de comprender con el análisis sistémico de la mente, típico de Virgo. Para comprender este orden, hay que utilizar las cualidades de Piscis: la fe, las emociones, la entrega total sin miedo a perder los límites.
Por lo tanto, podríamos decir que Virgo y Piscis son una expresión diferente de la misma energía, porque, aunque es bien sabido que Virgo ama el orden, los detalles, el perfeccionismo, en el fondo lo hace para controlar el caos. Necesita acciones concretas, cotidianas, repetitivas, para crear límites, certezas, y no perderse en el mar infinito de variables que no puede controlar; por eso, crea pequeños rituales mágicos que le ayudan a recuperar el orden.

Pero el regente de este plenilunio es Mercurio, que está en el signo de Piscis, por lo que la mente puede estar confusa, los pensamientos poco claros. Y en el momento del plenilunio, los dos luminares estarán en cuadratura en T con Marte en Géminis, el otro signo regido por Mercurio, con el riesgo de dificultar aún más una acción clara y enfocada.
Así que quizás podríamos dejar de pensar y confiar en la intuición. Feliz luna llena, Francesca Zangrandi

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