Esta noche se perfeccionará la luna nueva: el Sol y la Luna estarán ambos en Cáncer, el primer signo de Agua del zodíaco, que nos aleja de la actividad mental típica de Géminis para sumergirnos en nuestras emociones más primitivas, aumentar nuestra sensibilidad y ponernos en contacto con nuestra alma, recordándonos que nuestro hogar está donde está nuestro corazón.
Si analizamos el glifo de Cáncer (formado por dos paréntesis que se cierran en anillo y se oponen formando un círculo), podemos ver que las curvas están giradas hacia dentro y que el movimiento indica tanto el regreso a uno mismo como el paso de un estado mental a otro; por tanto, sugiere el contacto con el mundo interior y representa la sensibilidad, la intuición y la emotividad. Sin embargo, también podemos ver en él la representación del infinito, que simboliza el eterno devenir de la vida, recordándonos así la fuerte conexión de Cáncer con el ciclo de la vida.
Normalmente, atribuimos este símbolo a las pinzas del cangrejo, pero la astróloga Joanne Wickenburg sugiere que en realidad representa el símbolo del útero femenino, que contiene el feto, o incluso el pecho; y de hecho, la figura simbólica y mitológica asociada al signo de Cáncer es sin duda la Diosa Madre. La Madre nos habla de vida, de nutrición, de abundancia, de amor incondicional, de dar sin el propósito de recibir algo a cambio.
En esta luna nueva, los dos luminares están en conjunción con Venus y en oposición a Ceres en Capricornio, y lo que es más, forman una cuadratura con los dos nodos lunares. Y recordemos que esta luna nueva en Cáncer se produce entre dos lunas llenas en Capricornio.
El eje Cáncer-Capricornio nos hace tocar nuestra relación con mamá y papá, nuestro nacimiento y renacimiento, nuestros recuerdos y todo lo que tiene que ver con la intimidad: el signo de Cáncer representa a la madre, las emociones, la infancia, mientras que Capricornio representa al padre, la estructura, el propósito. Y algo se está cerrando; se abre una nueva etapa en nuestras vidas, sobre todo en lo que respecta a nuestra forma de vivir y de sentir. La cuadratura a los nodos lunares también nos habla de una evolución.
Cáncer es uno de los dos signos más personales del zodíaco (el otro es Leo), lo que indica que ésta es la época del año en la que uno necesita ir hacia dentro de sí mismo, descubrir sus dones únicos, explotar sus sentimientos y necesidades personales, y luego hacer algo nuevo.
Es el momento de mostrar nuestra originalidad, de mostrar al mundo de qué estamos hechos, de abandonar la seguridad de nuestro nido y arriesgarnos a la aventura fuera de lo conocido y lo familiar. Es hora de volver a casa. No a un hogar externo, sino dentro de nosotros mismos. Habitar de verdad nuestra verdad. Establecer los límites necesarios para protegernos de lo que no es sano y nos alimenta. Y abrirnos a todo aquello que nos nutre y nos expande. Abrirnos al futuro y soltar el pasado. Abriéndonos a nuevos conceptos de hogar y familia, y soltando aquello que nos ancla a energías que ya no resuenan con lo que somos hoy.
Esta luna nueva trae consigo una energía de sanación, y parte de la sanación consiste en romper con viejas creencias, hábitos e incluso zonas de confort. El miedo a lo desconocido puede hacer que nos aferremos al dolor durante demasiado tiempo, permitiendo que moldee nuestro futuro, pero el signo de Cáncer nos da la oportunidad de volver a la Fuente del alma, a lo divino. El Sefer Yetzirah (Libro de la Formación o Libro de la Creación), uno de los textos más importantes del esoterismo judío, dice que la característica relacionada con el signo de Cáncer es la vista, es decir, la capacidad de poder ver con claridad incluso a través de los poderes emocionales del alma, de modo que conectamos con la pureza de nuestra verdad más profunda, dejando ir y transformando lo que pensábamos o creíamos que éramos pero que en realidad no nos refleja.
Feliz luna nueva, Francesca Zangrandi
