Hoy celebramos la Navidad, que es una fiesta universal que afecta a todos, no sólo a los cristianos: la palabra «Navidad» proviene del latín «natus», que significa «nacido», más el sufijo «alem», que indica pertenencia, y el nacimiento es tanto un evento cósmico como interno.
Aquí puedes leer el artículo que escribí el año pasado, donde cuento un poco sobre el significado de la Navidad, pero lo que realmente quiero decir sobre esta Navidad, ¡es que iniciará una gran transformación!
De hecho, hoy es un día veintidós (25-12-2019: 2+5+1+2+2+0+1+9=22), y el veintidós es un número maestro que en numerología corresponde al arquetipo del Creador, quien usa el poder que tiene para materializar los proyectos que su mente continúa a elaborar, y trae grandes cambios al entorno en el que se encuentra, ya que su objetivo es estructurar proyectos que beneficien a la comunidad.
Pero si sumamos los números del día, mes y año, obtenemos el número trece (2+5=7; 1+2=3; 2+0+1+9=12 ed 1+2=3; 7+3+3=13), que es el número del cambio, la transformación, la muerte y el renacimiento; el número trece está asociado con la caída de viejos patrones y sistemas para permitir un nuevo comienzo, nos ofrece la oportunidad de ir más allá de nuestros límites y renovarnos: es el gran útero cósmico que conduce a la regeneración constante a través del ciclo eterno de vida-muerte-vida.
Y tanto el número veintidós como el número trece dan un número cuatro (2+2=4; 1+3=4), y cuatro es el número de la Tierra, de la materia, de la manifestación, de la concreción, de la constructividad de las ideas en sentido tangible.
La cuarta letra del alfabeto hebreo es Dalet ℸ, cuya función es la solidez: la letra Dalet tiene la forma de una puerta abierta que impide que cualquiera que ingrese por la derecha entre. Y la cuarta Sephirah de la Cabalá es Chesed (Amor), en la que puedes ver la fuerza de la materia que irrumpe en la manifestación (¡Dalet es precisamente la encarnación del amor creativo que hay en cada uno de nosotros!)
Chesed es la primera Sephirah de las siete que pertenecen a la manifestación y se le atribuye el primero de los siete días de la creación. «Durante el primer día, Dios creó la luz y vio que era algo bueno»: amar significa «traer luz» y Chesed es la materia prima de la que está compuesto todo.
Y la Navidad nos pide una entrada simbólica a un estado superior de conciencia, invitándonos a cuidar la chispa divina que se mantiene dentro de nosotros y a dar a luz a nuestra Conciencia Crística: cuando nos despertamos a la luz del Sol y salimos de la oscuridad (externa e interna), encontramos el valor de la vida y la serenidad.
La Navidad es la fiesta de la luz: la luz del bien que vence al mal, la luz del amor que vence al odio, la luz de la vida que vence a la muerte. ¡Entonces, abrámonos a la luz, especialmente a la invisible a los ojos pero no al corazón, y dejemos que la luz y el amor manifiesten una nueva humanidad, un nuevo paradigma aquí en la Tierra!
Feliz Navidad, Francesca Zangrandi