Mañana se perfeccionará el primer cuarto lunar, que se produce cuando la Luna forma una cuadratura con el Sol. Por un lado, la Luna en Leo, signo de Fuego, y por el otro el Sol en Tauro, signo de Tierra.
En la fase del primer cuarto lunar tenemos la oportunidad de revisar los puntos fijados en la luna nueva y preguntarnos si estamos haciendo todo lo posible para realizar nuestros objetivos y si existe algún impedimento. Sin embargo, tanto Leo como Tauro son signos fijos, por lo tanto bastante obstinados y poco propensos al cambio. Además, Marte está en Aries, en conjunción con el Nodo Norte, por lo que la energía es bastante candente y conviene saber dominarla, también prestando atención a las palabras que utilizamos y a las acciones que realizamos.
En el signo de Tauro encontramos la mayor concentración de planetas. De hecho, aquí no sólo se encuentra el Sol, sino también Júpiter, Urano y Venus. Así que, de alguna manera, se nos pide que prestemos mucha atención al cuerpo, al sentimiento, al placer, al valor, pero también a la estabilidad (también económica).
¿Qué nos hace sentir estables?
¿Qué nos da seguridad?
¿Estas cosas dependen de nosotros o de otra persona?
¿Qué podríamos cambiar en nuestra vida o en nuestros hábitos para sentirnos más seguros?
Porque Urano en Tauro nos habla de un cambio, de una revalorización de algo, de una pérdida de apariencias, y pone en juego la cuestión de los valores personales, la seguridad material (dinero y bienes materiales) y la seguridad afectiva.
Pero la Luna en Leo nos invita a volver a centrar nuestra atención en el corazón.
El cuarto chakra, el chakra del corazón, une las fuerzas de arriba y de abajo, de dentro y de fuera, y es por tanto el lugar donde lo material y lo espiritual se encuentran. Este chakra se considera la puerta del alma y es donde se originan todas las formas de amor. Entrar en contacto con nuestro corazón en profundidad nos da la oportunidad de conocer lo que nos retiene y no se alinea con el camino que nuestra alma ha elegido.
Y si escuchamos y respetamos nuestro corazón, afrontaremos las tormentas con dignidad y sabiduría y crearemos belleza. El lenguaje del corazón es dulce y tierno. Un corazón curado irradia una sensación de seguridad y, en consecuencia, de tolerancia.
Abrámonos, pues, a la alquimia del amor y dejemos que el amor abra y expanda nuestros corazones. Francesca Zangrandi