Esta noche se perfeccionará el último cuarto lunar. Cuando la Luna está en cuarto menguante, nos ayuda a limpiar, a desprendernos de lo viejo para dejar sitio a lo nuevo; el mes pasado el último cuarto lunar se produjo en el signo de Géminis, mientras que esta vez será en el signo de Cáncer. Los últimos cuartos de luna son puntos de inflexión o encrucijadas, que abren el camino a la luna nueva y al nuevo ciclo lunar, y esta fase nos prepara para la luna nueva en Libra del 2 de octubre, que también irá acompañada de un eclipse solar.
Cáncer es el primer signo de Agua del zodíaco: nos aleja de la actividad mental típica de Géminis para sumergirnos en nuestras emociones más primitivas, aumentar nuestra sensibilidad y ponernos en contacto con nuestra alma, recordándonos que nuestro hogar está donde está nuestro corazón. Pero también es el signo que nos habla de nuestro linaje, de nuestros antepasados y de nuestra familia de origen. Y la Luna forma una cuadratura en T por un lado con el Sol en Libra y Mercurio en Virgo, y por el otro con Neptuno en Piscis. Por cierto, la Luna también está en estrecha conjunción con el asteroide Proserphina, mientras que el Sol lo está con el asteroide Hekate, y ambos asteroides nos hablan de diosas relacionadas con los misterios de la muerte.
También acabamos de entrar en la estación de Mabon, que comenzó con el equinoccio de otoño y la entrada del Sol en el signo de Libra. Y estamos exactamente en medio de dos eclipses, por lo que nos encontramos en un espacio especialmente liminal, dando un salto cuántico que trastoca nuestra realidad tal y como la conocíamos hasta ahora. Por este motivo, podemos tener una sensación de desconcierto o soledad, porque ya hemos abandonado la condición anterior de certeza, pero aún no hemos “cruzado el umbral” de la nueva realidad; estamos pasando de una condición conocida, que de algún modo consideramos “segura”, a otra desconocida. Y como nos definimos a través de límites que nos ayudan a sentir pertenencia, a identificarnos, a separarnos o a conectar con los demás, este espacio liminal cambia esta condición y podemos sentirnos desorientados, asustados y no siempre capaces de resignificarnos.
Sólo tenemos que ser pacientes. Feliz paso, Francesca Zangrandi