Mañana por la mañana se perfeccionará el último cuarto lunar. Cuando la Luna está menguante, nos ayuda a limpiar, a soltar lo viejo para dejar espacio a lo nuevo; el mes pasado el último cuarto lunar tuvo lugar en el signo de Cáncer, mientras que esta vez será en el signo de Leo.
Venimos de la temporada de eclipses, que de alguna manera nos acompañó a cerrar algunos capítulos de nuestras vidas, y ahora continuamos este trabajo interior de soltar, de despojarnos de otras capas, máscaras y protecciones, para mostrarnos en verdad, como nos pide Leo. Se nos pide que dejemos de engañar, especialmente a nosotros mismos, y que seamos completamente honestos.
En efecto, esta noche comenzó la emporada de Escorpio, signo de muerte y renacimiento que nos invita a la transmutación. Al fin y al cabo, está vinculado a la estación de la transformación, cuando las hojas caen, se descomponen y se convierten en alimento para la tierra, preparando así el terreno para las semillas aparentemente inertes que esperan la llegada de la primavera para surgir a una nueva vida. Escorpio no teme a la oscuridad, sus energías van hacia lo oscuro y lo profundo, y nos hace descender para enfrentarnos a nuestras emociones más profundas (signo de Agua) y así poder cerrar con todo aquello que no ha sido completamente procesado y que de alguna manera aún influye en nuestras vidas y en nuestras elecciones.
Y es en la oscuridad donde nace la nueva vida: nosotros mismos nacemos en la oscuridad del vientre y la semilla se activa y crece en la oscuridad del vientre de la Madre Tierra.
La Luna, aunque ya ha pasado al signo de Leo, sigue en conjunción con Marte en Cáncer, mientras que el Sol, no sólo hace cuadratura con la Luna y Marte, sino también con Plutón en Capricornio. En consecuencia, Marte y Plutón, ambos regentes de Escorpio, están enfrentándose, aunque la oposición se perfeccionará a principios de noviembre; y esta energía nos acompañará durante los próximos seis meses, porque esta oposición se repetirá dos veces más.
Por lo tanto, la energía de Escorpio está muy presente, y si Escorpio representa la noche oscura del alma, la Luna en Leo es la fuerza vital radiante. De hecho, Leo nos habla de identidad y unicidad, es el primer signo que se convierte en el verdadero co-creador de su propia existencia y nos pide que cambiemos la relación con nuestro poder creador.
Dedicamos mucho tiempo y energía a construir una vida y luego, un día, todo se desmorona porque Escorpio aparece y se enfrenta a los límites: en la superficie todo puede parecer estupendo, pero luego pasa el tiempo y la semilla de la muerte en nuestro interior puede convertirse en un estado mental en el que nada tiene sentido; quizá la carrera ya no da ninguna satisfacción, nos damos cuenta de que la relación ha muerto, el propósito de la vida desaparece… Pero Escorpio nos invita a ser más autónomos y fuertes, a examinar en qué delegamos nuestro poder y dejamos que otros decidan por nosotros.
Frente al Sol, que es la vía de escape de la tensión creada por los planetas implicados en la cuadratura en T, tenemos el signo de Tauro, que nos recuerda que a veces necesitamos abandonar nuestras seguridades para redescubrir nuestro ser.
Ahava, Francesca Zangrandi